La agricultura tradicional se debe integrar a la revolución tecnológica. El planeta, los mercados y los consumidores así lo demandan. Los emprendimientos agropecuarios nacen todos los días. Centroamérica debería ser un actor relevante en este proceso de cambio. No es sencillo, pero el desafío augura excelentes réditos en el corto y mediano plazo.

El Agritech y el Foodtech son megatendencias mundiales que, en lugar de ser objeto de preocupación, deben formar parte de la agenda de los países que siguen dependiendo de la agricultura y aspiran a mejorar su productividad.  Las políticas estatales relacionadas con el comercio agrícola, orientadas a la producción agropecuaria, pecuaria y pesquera, al desarrollo de nuevos productos, a la promoción de las inversiones y del comercio exterior deben estar estrechamente ligadas a las nuevas tecnologías de la ciencia de datos, como blockchain, big data, realidad aumentada, robótica, entre otros.

Si los gobiernos, la academia y las empresas no se suman a las nuevas tendencias, en la región, seguiremos siendo  “receptores” de los nuevos avances. Otros se llevarán los beneficios. Basta recordar como los suizos se convirtieron en referentes mundiales en la producción de chocolates gourmet sin tener un solo árbol de cacao en su territorio, o como los italianos y franceses procesan millones de toneladas de café y han sofisticado la producción de máquinas ligadas a esa industria, mientras en muchos países en desarrollo de América, África y Asia continúan exportando el grano de oro sin valor agregado. Hay que trabajar fuerte para cambiar la historia y evitar el efecto déjà vu.

Varias organizaciones y startups están investigando y desarrollando en el ámbito de la Agri y la food tech, inventando productos desde la tecnología del suelo, pasando por la tecnología de precisión, hasta soluciones de big data para ayudar a distribuir los alimentos locales. El mercado Agritech de la región estaba valorado en $1,210 millones de dólares en 2021, con un crecimiento previsto de hasta $2,130 millones de dólares en 2026. (https://www.entrepreneur.com/es)

Los consumidores son cada vez más sofisticados y, de forma creciente, más preocupados por el medio ambiente y por la ingesta de alimentos más saludables, con empaques menos contaminantes. La trazabilidad de los alimentos, de la granja a la mesa, es ahora más apreciada y mejor pagada.  El comercio justo es motivo de miles de certificaciones. No es extraño, encontrar en el anaquel de una tienda o en las plataformas electrónicas unas zapatillas deportivas manufacturadas a partir de fibra de café, utensilios de cocina fabricados a base de bagazo de caña o fibra de trigo, alimentos procesados con harina de insectos, carnes cultivadas en laboratorio, comprimidos o píldoras de cúrcuma, jengibre, acerola y decenas de súper alimentos como frutas, especias u otros productos agrícolas.

El potencial de la región es enorme. ¡Es ahora o nunca!

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